La Ley es la Ley. Origen del Toque de Queda

El trigésimo virrey, don Ambrosio O’Higgins, para terminar los escándalos nocturnos en los cuales participaban incluso los hijos de familias adineradas, ordenó hacer prisionero a quienes estuvie­ran en la calle después de las diez de la noche.
Como el problema continuaba, llamó a los cinco capitanes encargados de hacer cumplir sus órdenes:
—Yo quiero —les ordenó— que la justicia sea igual para todos. Ténganlo bien presente. Después de las diez de la noche… ¡a la cárcel todo ser viviente!
Aquella misma noche, bien embozado, salió el virrey de palacio a recorrer la ciudad para comprobar personalmente cómo se obedecían sus órdenes.
Tropezó entonces con una ronda que lo reconoció y por lo tanto lo dejó seguir su camino. Con otras tres rondas sucedió lo mismo.
A las dos, el virrey ya cansado, decidió retirarse a dormir, cuando le dio en la cara la luz del farolillo que utilizaba la quinta onda, cuyo capitán era don Juan Pedro Lostaunau.
—¡Alto! ¿Quién vive?
—Soy yo, el virrey.
—No conozco al virrey en la calle después de las diez de la loche. ¡Dése preso!
—Pero, señor capitán…
—¡No admito explicaciones! La ley es la ley.
Aquella noche la pasó el virrey en un calabozo. Al día siguiente quedaron destituidos los cuatro capitanes que por respeto no lo habían arrestado. La quinta ronda obtuvo un reconocimiento por su meritoria labor.

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